lunes, 7 de diciembre de 2009

Ian Wolff

Un artesano de la fotografía. Un hombre que resiste al tiempo y a sus avances para seguir utilizando técnicas añejas pero no por ello menos efectivas. Claro, con resultados diferentes que le brindan a sus imágenes un toque misterioso que pocos pueden lograr. Ese es Ilan Wolff, el fotógrafo de origen israelí que conserva y transmite sus conocimientos sobre la utilización de la cámara oscura. Esa que consiste en una caja cerrada y opaca con un orificio por donde entra la luz, y que reproduce dentro de la caja una imagen invertida.

Así, con todo ese saber a cuestas, Wolff impartió esta semana un taller en el Centro Andaluz de la Fotografía, sobre esta antigua técnica. El taller “La magia del fotograma y la técnica de la estenopeica”. Es que, como dijimos, no sólo practica la fotografía de este modo, sino que también es un maestro de lo que ama. “Mi idea es que, con la fuerza del ser humano y la energía de la naturaleza, puedo crear fotografías. Y ahí está la base de la fotografía”, dice Wolff. Así es que el fotógrafo hace fotografías en estado puro, sin tecnología de por medio. Así es como crea sus propias cámaras con cualquier objetos que pueda servirle para ese fin, desde una caja de galletas, de zapatos, una lata de refresco y hasta un pimiento. Un espacio hermético que dará como resultado esas imágenes únicas, lejos de la tecnología y la manipulación. Y cerca, muy cerca del génesis de la fotografía.

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